Ayer se celebró la doudécima reunión en Barcelona. Como me habían avisado de que el tema de cercanías no era muy seguro para desplazarse del aeropuerto al centro, pedí sopitas, y Javier se tomó la molestia de pasar a buscarme.
Cuando llegamos al lugar de la reunión, después de conseguir sitio para aparcar, ya estaban allí esperando: Pedro, Dimitri, Lourdes, Sergio y Haik. Y, en el piso de abajo, Cristian.
Como Pedro y Dimitri estaban muy interesados en las nuevas reglas que estrenamos en la
decimocuarta reunión en Bilbao, y que ampliamos en la
decimoquinta reunión en Madrid, decidimos que los veteranos -Lourdes, Sergio, Pedro y Dimitri- jugasen un partida con esas nuevas reglas, y el resto otra con las reglas estándar.
Cuando estábamos preparando los tableros llegó Romina, y mientras explicaba las reglas, llegaron Juan Carlos y Cynthia. Todos ellos se quedaron a jugar en la partida de reglas estándar. Al poco llegaron Benito, que no se pudo quedar a jugar pero que charló un rato con los veteranos, y Ritxar, que se unió a su partida. La última en llegar fue María, justo un poco antes de que Haik tuviese que irse, por lo que pudo continuar la partida que había empezado él.
Aquí tenéis la foto de grupo, justo antes de que se fuese Haik, pero ya sin Benito:
De izquierda a derecha: Javier, Lourdes, Cristian, Sergio, Haik, Cynthia, Ritxar, Pedro, Dimitri, Juan Carlos, Jaizki, María y Romina.En la partida estándar, hablamos bastante más de lo que jugamos, razón por la que apenas dimos una vuelta al tablero en unas cuatro horas, sin embargo, esa vuelta cundió mucho.
Romina fue la primera en tirar. Compró un par de veces pequeñas cantidades de acciones y las primeras consiguió venderlas con bastante ganancia en porcentaje, pero poca en cantidad. Descartó una casa 2/1. Y, en vuelta y media, consiguió ser feliz mamá de dos retoños.
Javier, como mecánico, también tuvo su oportunidad con acciones y fue más ambicioso comprando. La jugada le salió bien. También hizo de comerciante, y consiguió vender a Juan Carlos y Cynthia una gran oportunidad. Con una cosa y otra, a pesar de su bajo sueldo, consiguió hacerse con unos pequeños ahorros de unos $8.000. Se tuvo que ir un poco antes de que decidiésemos dejar de jugar a las 15.00.
Juan Carlos y Cynthia, que jugaban juntos como piloto aéreo, compraron una casa 3/2 por la que no tuvieron que pagar nada -todo era hipoteca- y que les daba un flujo mensual de $100. Poco después, compraron a Javier una gran oportunidad que les supuso endeudarse fuertemente y les dejó con un flujo mensual de $900. Aún tuvieron oportunidad de comprar otra nueva casa 3/2 por $3.000, antes de caer en el paro. Para cubrir sus altos gastos tuvieron que pedir $9.000 y su flujo quedó en $0, con $500 de ahorros.
Haik empezó vendiéndome una gran oportunidad y sacando $1.000 en la negociación, poco más le dió tiempo a hacer antes de irse. María continuó su partida, pero no se decidió a entrar en la única oportunidad que se le presentó, una casa 2/1.
Mi partida fue el camino más rápido al desastre que haya visto en el juego. En la primera vuelta compré una casa 3/2 sin pago inicial con flujo mensual negativo de -$100. Esperando que una carta de mercado me ofreciese un buen ingreso vendiendo esa carta, me arriesgué al estilo Pedro, y le compré a Haik una gran oportunidad que por $40.000 daba $2.700 de flujo. Un estupendo negocio, pero que dados mis escasos ahorros, reducía mi flujo de $1.570 a $370. En la siguiente tirada tuve un hijo, lo que me dejó con un flujo de $130. La siguiente fue un gasto de $2.000 para casar a esa hija. Dado que consideramos que al casarla desaparecía el gasto fijo mensual -como pasa en el juego de PC- aumentó mi deuda con el banco en $2.000, pero mi flujo subió a $170. La siguiente tirada tuve oportunidad de comprar acciones a $1, compré todo lo que tenía en líquido confianzo en un pelotazo salvador que me sacase del agujero... pero no llegó. Lo que llegó fue el paro... $7.030 de gastos con $2.600 de ingresos pasivos... Ninguna de las medidas del juego para tratar con la bancarrota me permitió mejorar mi situación, más bien al contrario. Mi primera bancarrota en el juego, y sin haber dado una vuelta al tablero. ¡Todo un record!
En la vida real nunca hubiera hecho lo que hice en el juego, pero me pareció una buena lección el acabar en la bancarrota por arriesgar demasiado. Ya había estado cerca de la bancarrota en la
undécima reunión en Bilbao, pero en aquella ocasión las acciones a $1 me salvaron.
De la partida de los veteranos con nuevas reglas, tendréis noticias cuando reciba el informe de Pedro sobre la misma. Promete ser muy interesante.
A las tres levantamos el campamento y nos fuimos a comer. Lourdes, Sergio, Juan Carlos, Cynthia y Cristian, tenían otros compromisos, así que nos quedamos Romina, María, Pedro, Dimitri, Ritxar y yo.
Tuvimos una larga sobremesa en la que tratamos bastantes temas muy interesantes, aunque no todos relacionados con las inversiones y la independencia financiera.
Javier intentó unirse a la sobremesa, pero el tráfico en Barcelona el día del derbi entre el Barça y el Espanyol, no lo permitió. Hacia las siete menos cuarto, Javier me recogió y me acercó al aeropuerto.
Y cuando parecía que ya se terminaba el día, empezó la odisea. Del
vueling a Bilbao, que teóricamente salía a las 21.25, primero no se sabía nada, y después aparecía con una hora de retraso. Al final, fue algo más, y salimos de Barcelona hacia las 23.00. En pleno vuelo, nos dijeron que por mal tiempo había se había cerrado el aeropuerto de Bilbao y nos llevaban a Vitoria. Un rato después de aterrizar en Vitoria a las 00.30, nos permitiron desembarcar y nos dijeron que en 20 minutos llegarían unos autobúses para ir a Bilbao. Salimos de Vitoria a la 1.05, y llegamos al aeropuerto de Bilbao a las 1.55 aproximadamente. Sólo unas tres horas y media más tarde de lo previsto. Curiosamente, en Bilbao estaba bastante despejado y sólo había algo de niebla, que no parecía suficiente para justificar un cierre del aeropuerto. Alguien malpensado diría que parecía mucho más probable que el desvío se debiese a haber llegado fuera de hora.
Lo curioso de estos casos, es que la indignación de los pasajeros no viene del hecho en sí de que haya un retraso, si no de la nula información. Si en vez de mantener a los pasajeros y a quienes les esperan en la ignorancia, se les mantuviese en todo momento informados de los problemas, estoy convencido de que la mayoría lo asumiría con resignación. Por desgracia, la tripulación seguramente piensa que no es su trabajo, y la compañía que no tiene que precuparse porque según las condiciones firmadas al comprar el billete, seguramente no hay responsabilidad legal por su parte. El pasaje es a todas luces sólo ganado que hay que transportar.
Está estudiado que los clientes son mucho más fieles a un proveedor con el que han tenido un problema y que se ha solucionado satisfactoriamente, que a un proveedor con el que no han tenido nunca ningún problema. Sin embargo, las compañías siguen empeñándose en considerar que un cliente con un problema es un marrón, y no una oportunidad de fidelización. El coste de hacerlo bien es generalemtne igual al de hacerlo mal, pero el resultado es muy distinto.
Para rematar la faena, cuando llegué a casa y aparqué el coche en el garaje, la puerta del garaje decidió que no quería bajarse, y después de varios intentos infructuosos tuve que irme a dormir dejándola levantada. Las 2.25 no me parecía una hora prudente para avisar al administrador del garaje. Esta mañana, me han comentado que había pasado alguna otra vez, y que si no haces nada con el mando, al de un rato largo, baja ella sola. Sin duda, me tocó el mejor momento para descubrirlo. ;)
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