2 de noviembre de 2007

Exit Out

El pasado 22 de octubre hice llegar, con la amable colaboración de Álvaro Sancho, un correo a la comunidad de Tutores de Creación de Empresas del Instituto de Empresa. Escribí ese correo para plantear a mis compañeros de la comunidad una pregunta incómoda: ¿cómo saber si ha llegado el momento de abandonar? La respuesta recibida superó mis expectativas, tanto por el número de correos intercambiados como por la calidad de las aportaciones. Intentaré hacer un resumen, a sabiendas de que no haré justicia a los involucrados.

Mi agradecimiento público a la comunidad de tutores en general y en particular a: Alvaro Sancho; Juan Perpiñán; José Luis Quílez; Jaime Martín-Laborda; Sergio Gozalo; Ignacio Roda; Eliseo Sastre;Nicolas ("Nico") Rodríguez; Carlos Gavilán;Rafael de la Fuente; Marcos Eguillor; Paola Novo; Nítida Pastor.

Comenzaremos con una obviedad de las mías. En términos generales, seguir o no adelante depende del dinero de que se disponga, del ritmo al que se gasta ese dinero - el "buffer" o 'colchón' del proyecto- y de las previsiones de negocio que se tengan en ese momento. El emprendedor debe ser, ante todo, honesto consigo mismo y valorar, basándose en las evidencias de que dispone, si la empresa será capaz de generar ingresos en la cantidad requerida durante el tiempo de margen de que dispone. El período que transcurre desde la apertura de la empresa hasta que se alcanza una cierta regularidad en la entrada de ingresos es una auténtica contrarreloj. José Luis Quílez nos insistía en la necesidad de actuar en todo momento con sentido común.

Dicho esto, la mayoría de los que han participado en este pequeño debate han destacado que buena parte de los proyectos de 'emprendizaje' "mueren" antes de que el dinero llegue a terminarse, incluso cuando ya está claro que el proyecto es viable, como consecuencia de la pérdida de ilusión a la que se llega por el desgaste padecido. Ignacio Roda hablaba muy bien de esto en su primer correo. Juan Perpiñán identificaba tres motivadores clave: reconocimiento social, proyecto personal y logro económico y siguiendo esa pista, Eliseo Sastre resumía: "Si no obtienes ninguno de los tres y sigues, lo tuyo no es montar una empresa, lo tuyo son las pruebas de supervivencia en la selva de Borneo."

Otro punto en el que todos hemos coincidido es que no hacemos suficiente hincapié a nuestros alumnos en la necesidad de acompañar el plan de negocios de un plan de contigencia en el que se exploren estrategias de salida en caso de que finalmente deban abandonar el proyecto. En esta línea es de destacar la aportación de Rafael de la Fuente. Nítida Pastor insistía en el mismo tema.

Personalmente siempre he creído que es una costumbre de pura "higiene" mental tratar de prepararse para el peor de los escenarios. Muchas personas encuentran difícil mantener el ánimo positivo al centrar su atención en "lo que puede ir mal", pero no es mi caso. De hecho, después de identificar, evaluar los riesgos y adoptar medidas para eliminarlos, minimizar su probabilidad de ocurrencia o su impacto, transferirlos o asumirlos, invariablemente me siento mucho más confiado en el resultado final.

Preparar un plan de contigencia, con opción de cierre incluida, es un ejercicio de sano realismo que realimenta al plan de negocio, bajándolo a tierra, haciéndonos menos vulnerables a los reveses de la vida. No estoy pensando nada complicado, puede ser algo tan sencillo como identificación de métricas financieras y no financieras, umbrales de "alarma" y algunas directrices para la toma de decisiones y posterior curso de acción.

Desde el punto de vista aplicado, existen métodos cualitativos y cuantitativos de soporte a la toma de decisiones en ambientes de incertidumbre que han sido desarrollados en entornos distintos del entrepreneurship, pero que tal vez podamos trasladar a nuestros alumnos [y a nuestros socios] para ayudarles a manejar mejor estas situaciones. Me he comprometido a investigar en esta dirección. Más sobre esto muy pronto.

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