16 de febrero de 2007

Cuarta reunión en Barcelona

Me he aprovechado de la buena disposición de Pedro para pedirle una crónica de la reunión de Barcelona del pasado sábado, el caso es que esta vez Pedro ha decidido hacer algunas innovaciones muy interesantes que seguramente copie. Pero mejor dejo que os lo explique él:

Hola, soy Pedro, y a petición de Jaizki voy a explicaros como nos fue en la última reunión de RichDadClub en Barcelona, el pasado sábado 10 de febrero.

Lo he escrito para que no sea una simple nota informativa, y que se convierta en una sesión formativa. Muchas veces, después de cada reunión, me quedo con la impresión de ¡vale!, ¿y ahora qué? ¿qué he aprendido? ¿cómo lo aplico esto a mi vida real? Yo creo que la gente que deja de venir a las reuniones es por que no le acaban de ver la utilidad al juego, ni a lo que se habla. Es como si se hubieran ido a tomar unas cervezas con los amigos para pasar el rato.

Al final fuimos ocho asistentes, cinco repetidores (Ritxar, Oscar, Elías, Sergio y Pedro) y otros tres nuevos (Manolo, Albert y Jordi).

Lo siento, no hay fotos. Bueno, la verdad es que todos somos demasiado feos y nos hemos negado en redondo a hacernos una foto y salir públicamente. :-)

Sergio trajo el juego de tablero en el que pudimos jugar seis participantes, y los otros dos jugaron con el juego en un ordenador portátil.

En el juego de tablero estuvimos hablando de forma tan animada sobre nuestros puntos de vista sobre determinados negocios que sólo nos dio tiempo a tirar los dados unas pocas veces, y ni siquiera llegamos a completar una vuelta en el círculo de la rata.

En las pocas tiradas de dados que hicimos aparecieron situaciones curiosas y muy educativas.

Por ejemplo, a uno de los jugadores le toco una carta de pequeño negocio para la compra de un inmueble de 3 habitaciones y dos baños, con un precio medio de compra de mercado y con una flujo de caja positivo pero muy pequeño. La carta te obligaba a endeudarte en el banco por un cantidad importante y al habitual 120% anual que marca el juego. Si hacías los cálculos, entre lo que pagabas de intereses y lo que te daba de flujo de caja, cada mes perdías dinero. El propietario de la carta no se la quiso quedar, la puso en subasta, y nadie estaba dispuesto a dar un dólar por ella, y al final Pedro ofreció 100 dólares y la compró.

En el siguiente turno salió una carta de mercado y Pedro vendió la carta anterior por su máximo valor, embolsándose 70.000 dólares extra.

La reacción fue instantánea ¡Qué suerte! ¡Si lo hubiera sabido no la vendo! ¡La próxima vez la compro! Aquí se inició un pequeño debate. Todo el mundo tuvo la oportunidad de comprar la carta, pero sólo uno lo hizo, ¡Y por sólo 100 dólares! Si mirando hacia atrás, la operación se veía tan clara y tan buena en estos momentos, ¿Es que todos estaban ciegos hace dos minutos? ¿Es que Pedro es un superdotado que supo ver lo buena que era la carta? ¿Es que todo fue pura suerte?

Según mis observaciones, lo que sucedió fueron tres cosas:

1) Se creó un microclima de aversión al riesgo en pocos segundos. Uno hizo un comentario de lo mal que estaba económicamente al que le salió la carta, otro dijo lo mismo de sí mismo, otro hizo un comentario de ¡hombre, esa carta no es muy buena!. La opinión general fue que era mejor guardar el poco dinero que teníamos para una oportunidad mejor. En ese clima, Pedro pudo comprar la carta a precio de saldo, por sólo 100 dólares. ¡Vaya, regalo! La bolsa, con sus subidas y bajadas es un claro ejemplo de lo que las emociones pueden afectar al valor de los negocios.

2) Esperar al príncipe/princesa azul. Esta carta era una calabaza y por tanto fue rechazada. Todos prefirieron guardarse el dinero y esperar la carta con una fantástica oportunidad de negocio con coste cero y que les sacara de una sola tirada de la carrera de la rata. Pero esa carta no existe, y de mientras iban perdiendo pequeñas oportunidades. Pedro aprovechó sistemáticamente todas las pequeñas oportunidades que otros rechazaban. La gente deja pasar oportunidades continuamente, porque ganan poco, porque tiene riesgo, y por mil excusas más. Y otros las aprovechan continuamente, ganan, pierden, aprenden y sobre todo nunca dejan de jugar.

3) Información. Los participantes se limitaron a ver sólo la información que había en la carta. Pero había más información. ¿Dónde estaba? En la posibilidad de que un inmueble de 3 habitaciones y 2 baños fuera muy solicitado basado en la experiencia. En que al existir 6 jugadores era más fácil que alguien cayera en la casilla de comercio donde salen las ofertas de compra. En el cálculo rápido de cuanto nivel de endeudamiento puedes soportar. ¿Se te ocurre alguno más? Siempre digo que el empresario es un buen gestor del riesgo, y su herramienta es la información. Donde otros sólo ven problemas los empresarios ven oportunidades. Y la información es la clave.

Pero la gente aprende, ¿verdad? Pues creo que no. Reconfigurar tus propios enlaces neuronales debe ser una tarea realmente ardua, porque al siguiente turno Pedro volvió a comprar otras dos cartas de inmuebles en subasta, una por 1.000 dólares y otra por 3.000 dólares. Y en ese mismo turno volvió a vender una de las propiedades y ganó otros 70.000 dólares.

Y todo esto sin llegar a completar ni una sola vuelta en la carrera de la rata, y haber comprado por subasta las dos cartas que le dieron todos los ingresos. Es decir, las dos cartas que le dieron los elevados beneficios ni siquiera le habían salido a él.

¿Es Pedro un genio de los negocios? Yo creo que no, porque si lo fuera no estaría aquí.
¿Es sólo cuestión de suerte? Tal vez un poco, pero creo que sólo un poco.

Ese día aprendí más cosas que me gustaría explicar, como: repartir o hacer más grande el pastel, yo gano tú ganas, los inventos del TBO, la ética del padre rico, repartir el 80% y conservar el 20%, los esquemas rígidos mentales, etc. Pero sólo si veo comentarios pidiéndolo fervientemente... je, je.

¡Saludos y a emprender!

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