18 de septiembre de 2006

INEMprender

INEMprender
(Del castellano INEM, Instituto Nacional de Empleo, y del latín prendere, coger)
1. tr. Acometer y comenzar un negocio utilizando como fuente de financiación - normalmente complementaria, a veces en exclusiva - el cobro por parte del emprendedor de la prestación del desempleo.


El fenómeno del
INEMprendizaje merece capítulo aparte en los estudios sobre Entrepreneurship en nuestro país, tanto por su importancia cuantitativa - que, de momento, es sólo estimada, porque no hay datos contrastados del fenómeno - como por su dimensión social, económica, administrativa o personal [ver Arteagabeitia en 'INEMpreneurship in Spain: there is no more oones", Journal of Entpreneurship Madness vol 4, 26, 227-351]

El INEMprendedor/a nace a partir de un despido [más o menos] procedente. El trabajador, ahora "en paro", destina a menudo la cuota íntegra de su finiquito a la constitución de la sociedad - limitada, en un 99.99% de las ocasiones, según Brito et al, "Dumb and Dumber Statistics",Wiley, 2005. -, así como a la inversión en equipo, tecnología o infraestructura necesarias para poner en marcha su proyecto empresarial, mientras que los ingresos mensuales derivados del subsidio de desempleo son destinados a cubrir los gastos básicos, como la manutención y/o el alojamiento. Este proceso va acompañado de una reducción general de gastos, que algunos INEMprendedores/as aprovechan para dejar de fumar, usar el transporte público o aprender a zurcir unos calcetines maltrechos [más sobre el cambio de hábitos de vida de INEMprendedores/as en Escobar, de Juan & Cusí, en su aterrador testimonio "Change or shit yourself: life of an INEMpreneur", Journal of Economical Mindjerks, vol 5, 25, 55-74]

También en lo que se refiere a la empresa, el INEMprendedor/a, como su análogo "legal", el emprendedor, desarrolla su actividad mirando cada céntimo de euro que emplea - aunque con la tranquilidad, a diferencia del primero, de que a final de mes le llegará la transferencia con la que llenará el puchero. El INEMprendedor/a reduce todos los gastos, especialmente aquellos completamente injustificados desde el punto de vista de la supervivencia del incipiente negocio, como el pago de impuestos o de cotizaciones a la seguridad social. Por poner un ejemplo, los INEMprendedores/as retrasan el alta fiscal de la empresa hasta que ésta obtiene sus primeros ingresos o, si encuentran alguna manera de evadir por más tiempo esta obligación, hasta que agotan el subsidio de desempleo [para profundizar en este punto, recomendamos leer San José & LopezdeAvila, "Catch me if you can, motherfucker", Springer-Verlag, 2006]. Conseguir esto no es tan fácil como parece, pero el INEMprendedor se caracteriza por ser una persona de recursos - no económicos, claro está.

El INEMprendedor/a se ve enfrentado a una serie de dificultades añadidas que ponen a prueba su ingenio como en ningún otro caso. Su condición de "alegal", ejerciendo una actividad económica por cuenta propia, con suerte remunerada, al tiempo que sigue "sucking public's breasts" [sic, ver Arteagabeitia, en obra ya citada] le coloca en una difícil situación con relación, por ejemplo, a la consecución de créditos bancarios, financiación de proveedores o acceso a líneas de ayuda pública, como subvenciones a fondo perdido o créditos blandos. A las angustias propias del oficio emprendedor, se suman las derivadas de tener que seguir haciendo el paripé ante la oficina territorial correspondiente cuando le reclaman para una entrevista de trabajo o un curso de formación ocupacional. En verdad, sólo entendiendo el entorno, sumamente hostil, que para una nueva empresa supone nuestro país se puede entender la existencia de esta trágica figura.

Es importante distinguir al
INEMprendedor/a, que persigue con afán el sueño de llegar a ser empresario o trabajador autónomo "legal" en un futuro más o menos cercano, del jeta que simplemente aprovecha la situación hasta que se ve obligado a buscar otro empleo, puesto que en ningún momento ha tenido un interés real en desarrollar una actividad emprendedora. Algunos autores [como García Raya, en "It's not my fault, it's yours", McGraw-Hill, 2006] consideran al primero un mal necesario o, si me apuran un poco, un héroe de nuestro tiempo [ver San José en "You have squared eggs, pal", Prentice Hall, 2005] como puedan serlo el Mileurista o los Hipotecados de Por Vida, mientras que al segundo lo califican directamente de parásito.

En general, los académicos coinciden en que es necesario prestar más atención a este fenómeno, mientras que sindicatos, patronales o políticos no saben/no contestan. Lo que es indudable es que está ahí, guste o no guste, para bien o para mal. Cabe preguntarse si se trata de un "problema" o más bien de un síntoma de algo más profundo: la incapacidad de un país para crear un "medioambiente" financiero, legal o fiscal que impulse verdaderamente la creación de empresas y, con ellas, de puestos de trabajo y de riqueza.

NOTA FINAL

Algunos autores atribuyen la autoría del término a E.C., pero ella no quiere saber nada del asunto.

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