18 de diciembre de 2008

Toda la vida es riesgo y los riesgos, riesgos son

Llevo tiempo comentándole a Jaizki la posibilidad de escribir una serie de reflexiones sobre el concepto de riesgo, y me ha brindado la oportunidad de publicarlas en su blog. Trataré de realizar una serie de post exponiendo los distintos tipos de riesgos a los que nos enfrentamos, bien como individuos, bien desde nuestras empresas, y algunas orientaciones sobre la manera de gestionar los distintos tipos de riesgo.

La Real Academia Española nos dice que la palabra riesgo proviene del it. risico o rischio, y este del ár. clás. rizq, lo que depara la providencia. La incertidumbre es parte de la vida, y más en los tiempos que corren: “no sé si me despedirán”, “no sé si cobraré a fin de mes”, “no sé si mis clientes pagarán”, “no sé si perderé mis inversiones”…

Al ser humano, por naturaleza, no le gusta la incertidumbre, el riesgo, y trata de reducirlo, aunque lo haga de manera inconsciente. Compramos marcas porque nos dan “cierta” certeza de que el producto adquirido será bueno, durará…; dejamos nuestro dinero a nuestro banco de confianza y no a cualquier desconocido porque nos da de nuevo “cierta” seguridad de que recuperaremos nuestro dinero; seguimos rutinas por la necesidad de saber que las cosas “siempre se han hecho así” y funcionan. En definitiva, el ser humano es conservador por naturaleza y tiene aversión al riesgo, trata de moverse en entornos de seguridad y certidumbre aunque estos realmente nunca existan al 100%.

Pero entonces, ¿por qué hay gente que no sigue las reglas y asume riesgos? La aversión al riesgo no es igual para todos los individuos, y hay gente con mayor predisposición (de manera consciente o inconsciente) a asumir riesgos si recibe algo a cambio (no necesariamente material). Podemos arriesgarnos a tirarnos en paracaídas porque esperamos tener un subidón de adrenalina, con un riesgo más o menos controlado; podemos arriesgarnos a pedir para salir a la chica de nuestros sueños (gran recompensa si dice que sí), o no hacerlo porque nuestra aversión al fracaso es muy elevada; podemos invertir en bolsa en este momento de gran incertidumbre (con altas probabilidades de ganancia o pérdida), o mantener nuestro dinero debajo del colchón.

En los próximos post trataré de poner ejemplos sencillos de los diferentes riesgos a los que nos enfrentamos (los expertos los suelen llamar riesgo de crédito, de mercado, operacional…). Para ello voy a suponer que tenemos una carnicería, un negocio que será sencillo de entender para la mayoría de la gente, comprar carne, industrializarla y venderla al público. También explicaré cómo cada uno de estos riesgos está presente en nuestra vida diaria, de qué manera estamos expuestos, y de qué manera podemos “cubrirnos” de ellos.

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