10 de abril de 2007

Qué tipo de inversión elegir

Hace un par de semanas Mariano Iglesias me escribió indicándome que en su opinión es se estaba dando mucho énfasis a alcanzar la independencia financiera emprendiendo negocios frente a otras alternativas. Esta crítica tiene todo el sentido del mundo ya que, como le indiqué entonces, se une que a mí los negocios son la forma que más me gusta e interesa, con que soy el que más escribe en RichDadClub.es.

Hoy contamos con una colaboración por su parte, en la que explica en detalle las ventajas e inconvenientes de las tres formas de conseguir ingresos pasivos: negocios, inmuebles y papel. Como el mismo reconoce, su punto de vista está condicionado por sus propios gustos e intereses, pero eso no hace menos interesante su análisis.

A la hora de poner a trabajar nuestro dinero para llegar a tener independencia financiera tenemos tres posibilidades fundamentales:

1. Montar un negocio.
2. La inversión inmobiliaria.
3. La inversión bursátil en sentido amplio (renta fija, variable, derivados y activos financieros en general).

Para cada posibilidad se pueden analizar varios aspectos:

Rentabilidad a largo plazo. En general, puede afirmarse que la rentabilidad a largo plazo de una cartera diversificada de acciones es similar a la de una cartera diversificada de inmuebles (históricamente, entre el 10 y el 14 % anual dependiendo del momento de la inversión); la rentabilidad de un negocio es, desde mi punto de vista, imprevisible, pudiendo sobrepasar en mucho a acciones e inmuebles o llevar a una rápida y completa pérdida si no se acierta.

Riesgo de pérdida. En cualquiera de las inversiones existe el riesgo de pérdida de la cantidad invertida, siendo más fácil en el caso de los negocios y menos, sobre todo si tenemos mucho tiempo para esperar en el caso de los inmuebles y las acciones. Sin embargo, los activos financieros tienen una ventaja sobre las otras: la posibilidad de gestionar el riesgo con diversificación (temporal y/o de activos) o mediante operaciones de cobertura.

Posibilidades de financiación. Conseguir financiación ajena para un negocio no es fácil y la mayor o menor dificultad depende de variables como tipo de negocio, experiencia del emprendedor, plan del negocio, etc. En el caso de los activos financieros tampoco es fácil, pero existen posibilidades de apalancamiento (mediante futuros y opciones) y, una vez que se tiene una cartera formada, se pueden usar como garantía crediticia pignorando los activos. Es de todos conocida la relativa facilidad con que se consigue financiación hipotecaria para la compra de inmuebles.

Gastos inherentes a la inversión. La inversión inmobiliaria tiene muchos gastos (entre el 6 y el 10 %) de la inversión, más si se hace hipoteca. Los negocios tienen gastos importantes iniciales (constitución de la sociedad, local, equipamiento, etc) y posteriormente fijos (sueldos, servicios, etc). La inversión mobiliaria tiene escasos gastos (menores del 1% del total invertido).

Liquidez de la inversión. A la hora de la venta, la liquidez de las inversiones inmobiliarias es reducida, aunque es mayor que la de los negocios. Sin embargo, si el negocio va bien puede proporcionar un flujo de efectivo que nunca haga necesaria la venta. La liquidez de los activos bursátiles es máxima, sobre todo en valores grandes.

Requisitos legales. La inversión en inmuebles precisa, si se quiere cierta seguridad, de fedatario público y registro, tanto para la compra-venta como para la hipoteca. En el caso de los negocios suele ser conveniente la constitución de una sociedad, lo que obliga a llevar libros de contabilidad y cumplir varios requisitos formales. Para las inversiones financieras sólo es necesaria una cuenta corriente en alguna entidad.

Régimen de impuestos. Los negocios, si son sociedades, tributan por el Impuesto de Sociedades, que es suficientemente complejo como para precisar de asesoría (y el gasto que conlleva). Las inversiones inmobiliarias a título personal no tienen un régimen impositivo complejo, sobre todo si no son numerosas. El régimen de los activos financieros es, actualmente, simple: 18 % de la plusvalía si esta se realiza y el 18 % de los dividendos estando exentos los primeros 1500 €.

Necesidad de capital. La necesidad de capital, por la propia naturaleza del activo, es grande en caso de inversiones inmobiliarias y en el inicio de negocios. Esta necesidad es menor en caso de activos financieros, ya que se pueden comprar (y también vender) pequeñas cantidades.

Necesidad de infraestructuras. Para la inversión financiera no se necesitan infraestructuras (a lo sumo un ordenador con conexión a Internet para conseguir información). En el caso de los negocios siempre es necesaria cierta infraestructura, que puede ser escasa o mastodóntica dependiendo del tipo de negocio. El caso de las inversiones inmobiliarias es similar (cuando se hace a título personal) al de las inversiones financieras.

Dedicación en tiempo y esfuerzo. Los negocios precisan trabajo, personal o ajeno (gastos en sueldos), y quebraderos de cabeza. Encontrar una buena inversión inmobiliaria puede llevar mucho tiempo de patearse la ciudad viendo posibles inversiones. Los activos financieros se pueden buscar y estudiar tomándose un café delante de un ordenador con conexión a Internet, dedicando poco tiempo sobre todo si se hacen inversiones para el medio y largo plazo.

Relaciones con terceros. Buscar y relacionarse con proveedores y clientes es algo inherente a los negocios, sin embargo, a veces no se encuentran esos clientes. Algo parecido ocurre con las inversiones inmobiliarias: a veces no se encuentra comprador. En cambio los activos financieros disponen de un mercado donde siempre existen compradores y vendedores, no los tenemos que buscar y, ni siquiera, tener relación alguna con ellos.

Responsabilidades legales. En el caso de los negocios no sólo se arriesga el capital para el mismo, sino que, además, somos responsables de las consecuencias tengan en los clientes nuestros productos o servicios. Lo mismo ocurre, aunque en menor grado, en caso de alquiler de inmuebles o promoción inmobiliaria. En el caso de las inversiones financieras la responsabilidad se reduce al capital invertido, estando, además y hasta cierto punto, el inversor protegido por organismos reguladores (CNMV, BdE, etc).

Teniendo estas características en cuenta, puede verse que la inversión en activos financieros es la más líquida, tiene una elevada rentabilidad a largo plazo, permite el control del riesgo, los gastos y requisitos legales son mínimos, no tiene relaciones ni responsabilidades con terceros, los impuestos a pagar son los mínimos posibles, las necesidades de capital e infraestructuras son las menores posibles, se pueden financiar con cierta facilidad y los requisitos en tiempo y esfuerzo son los menores.

Por todo esto, considero que la inversión en activos financiaros es la mejor inversión posible para cualquiera que quiera alcanzar la independencia financiera.

Obviamente, esta conclusión no es, de ninguna manera, una verdad absoluta, sino que es consecuencia de mi particular psicología inversora; por eso, todo lo que escribo (en esta y en otras futuras colaboraciones) no pretende ser más que un punto de vista sujeto a discusión y abierto a todas las opiniones.

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